miércoles, junio 28, 2017

GOYTISOLO, AVENTURERO SIN ESTILO

Nunca leí nada -hasta el final- de Juan Goytisolo, con un salvedad y fue que me leí por entero haciendo de tripas corazón su reivindicación del conde Don Julián, que sentí como lo que era un ultraje a la memoria y a la identidad colectiva, aunque luego haya seguido escribiendo y haciendo declaraciones a cual mas locuaces donde venia a decir digo donde dijo Diego. Un plumífero -dicho sea con todos los respetos- con éxito (a veces) y sin estilo alguno como debía de pensar de él Umbral que le ignoraba, a él como a toda esa generación de la “gauche divine” léase la izquierda de niños de papá de Barcelona (años cincuenta) A él a Juan Benet, o el propio Jaime Gil de Biedma el poeta del grupo.

Siempre me intrigó el silencio que le merecieron a Umbral todos ellos, es cierto cuando se sabe un poco de la carga (temible) de desprecio que arrastraban los silencios umbralianos. Más aún que su critica mordaz y corrosiva, erigida en genero o subgénero literario dentro de la prosa umbraliana, lo que alguno de sus amigos/enemigos calificaron de la técnica de la Rosa y el Látigo.

Y pienso que la clave de esa animadversión esté en esa cualidad común a todos ellos -de hijos de papá- a la que aludí más arriba. Umbral, el hijo de padre desconocido no podía sin duda ver con buenos ojos a niños bien de papas ricos que iban de inconformistas e iconoclastas y dando lecciones por la vida. Para lecciones ya estaba él, debía pensar Umbral, y hay que reconocer que lo hacía con mucho mas estilo y fuerza moral y mordiente que todos ellos.

Eso era lo que traducía -en mi modesta opinión-el ninguneo umbraliano por poner un ejemplo a Jaime Gil de Biedma, inconformista iconoclasta y a la vez heredero, de una aposentada y acaudalada familia de industriales e importadores (tabaqueros) de ascendencia segoviana afincados en Cataluña, y además de eso, poeta escaso, como decía Umbral de uno de los poetas emblemáticos de la generación del 36, Luis Felipe Vivanco.

¿O será que la poesía esta esta reñida con la fertilidad y la fecundidad en el mundo que vivimos? La cuestión es grave, y la respuesta sin duda que nos llevaría muy lejos por los terrenos de la poética léase de la critica en materia de poesía. ¿Puente el escritor ahora fallecido entre España y Marruecos? Digamos -hablando claro y sin eufemismos- que lo habrá sido más bien entre minorías de este y del otro lado del Estrecho.

Leo ahora que condenó (o acabó condenando) al terrorismo de signo wahabista impulsado o fomentado (de antiguo) desde la Arabia Saudí, el autor de estas lineas recuerda no obstante posturas suyas anteriores -ruidosamente beligerantes- favorables a los islamistas del FIS de los tiempos de la guerra civil argelina. Como sea, Goytsolo me hace pensar, por su expatriación voluntaria, por sus posturas de izquierdas -y por otras circunstancias obvias- al escritor oriundo Michel del Castillo al que conocí personalmente y que  en este blog evoqué a menudo.

Son exponentes de una España vencida, que tienen tal vez la virtud de ponernos delante de los ojos al conjunto de los españoles, la postración histórica (secular) de España, aunque tal vez haya que residir años -décadas- en el extranjero para acabar cayendo cabalmente en la cuenta. Goytisolo habrá acabado sus días de celador y guía del futuro de los tres hijos de su mejor amigo marroquí (y del hermano de su amigo), él que no tuvo hijos.

Padrino (converso), de tres jóvenes musulmanes que tienen todas las razones del mundo -tanto los hijos como su propio padre (biológico)- a considerar el español expatriado -escritor célebre además- como un trofeo, o una mascota de sus propias raíces, de su propia memoria de su propia identidad y de su propia cultura, él que renegó tan abiertamente de las suyas propias.

Un paria, Juan Goytioslo y a la vez una vaca sagrada en el mercado mundial de la edición en lengua española y de la traducción literaria en lengua española, en manos hace ya casi un siglo de los garantes de lo político y lingüística y correcto y de la hegemonía del español panhispánico -léase en mayor o menor medida adulterado, y extirpado de sus propias raíces- a escala del planeta. Lo que escapa a los principales interesados, a saber el país cuna de la lengua, y a las máximas referencias y autoridades españolas en materia lingüística y literaria.

Y Goytisolo me recuerda un poco también -todas las distancias salvas- al teósofo y orientalista francés, René Guenon, de una influencia difusa en el panorama del pensamiento contemporáneo mucho mayor tal vez de la que siempre se le acordó, que vivió largos años hasta el final de su vida en el Cairo a donde se había expatriado y donde abrazó el Islam y sus costumbres, a comenzar por la indumentaria.

Goytisolo parece que no llegó a a tanto. Y al final hasta se hizo del PP (o eso le reprochan algunos al menos) Un aventurero de las letras, así se le podría catalogar, parafraseando a su traductora que sin duda tenía motivos personales para alabar su aventuras.

No creemos no obstante que su aventurismo sea suficiente para salvarle del olvido (definitivo) Ni su pasión por los zocos morunos. Por su falta de estilo, más que otra cosa. En su vida como en su obra

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