martes, julio 11, 2017

EUROPEOS VERSUS CRIOLLOS EN LAS MALVINAS

Miembros de la Fuerza Aérea Argentina durante la guerra de Malvinas. La actuación brillante de los aviadores argentinos y el comportamiento heroico  en general de los jefes, oficiales y suboficiales de los tres ejércitos salvaron el honor de los vencidos, frente a la rendición en masa de la tropa en Puerto Stanley (léase Puerto Argentino) que decidió la suerte del conflicto. Si hubieran resistido, el curso de la guerra hubiera dado un vuelco. Leí yo en las semanas que precedieron a la ruptura de hostilidades, cuando la Flota inglesa iba camino de las islas a un analista o corresponsal de un diario francés, un reportaje donde pedía a un periodista británico su dictamen sobre la suerte del conflicto. “Los argentinos -respondió- son descendientes de españoles y de italianos, si luchan como españoles, malo (para nosotros), si lo hacen como italianos, están perdidos” Y aunque la suerte final no contradijera abiertamente su diagnostico, no era menos falso, y en particular la primera de sus premisa. De los argentinos debía haber dicho que descendían de criollos/mestizos y de inmigrantes europeos (españoles e italianos en su mayoría) Y los mandos de los tres ejército -a todos los niveles-, descendientes mayormente de europeos -de italianos muchos de ellos- lucharon heroica y brillantemente, la tropa criolla en cambio se rindió en masa en Puerto Stanley (léase Puerto Argentino) Y por lo que a la llamada guerra/sucia se refiere, sirvió innegablemente de escarmiento en cabeza ajena a una (joven) generación de rojelios españoles (la mía propia, entre ellos los que hoy dirigen el País) tentados por la violencia Lo que que hizo posible una transición sin rupturas. Por todo ello, los militares argentinos vencidos -léase “represores”- siguen sin autoculparse de nada aún hoy, presos o en libertad -los que todavia viven-,  porque no reconocieron derrota alguna. Ni en la guerra/sucia ni en las Malvinas. To be or not to be. La Historia es la que es. Lo que les redime ante la Historia (y ante el que esto escribe) ¿Se equivocaron de país? Digamos que de bandera, de un ideal de soberanía (anti-colonialista) que murió en las Malvinas, y con él toda la historia argentina desde la independencia, léase desde la emancipación criolla (mestiza y anti-española)
Argentina. Aparte de mí ese cáliz. Los hijos de los represores repudian a sus padre. Así viene a presentar presenta el diario el País un reportaje en su edición de hoy que suscita indignación y repulsa, y vergüenza ajena por partes iguales. No soy sospechoso. O no demasiado porque para algunos no hay duda que lo fui y lo sigue siendo. Me fui no obstante de la Argentina dos años y medio (nótese bien) antes de que estallara el conflicto de las Malvinas -que se veía venir-, y salí de allí (prácticamente) huyendo porque me sentí amenazado por grupos de seglares ligados al gobierno militar -de la II Junta, del general Viola- como ya lo tengo aquí y en otros sitios declarado. Sigo pensando que fue así, que no exagero, y en los cerca de cuarenta años ya transcurridos desde entonces nunca sentí necesidad o pulsión alguna de deber arrepentirme o de lamentar la que fue mi actitud entonces, y que me llevó a la ruptura con unos medios -del nacionalismo argentino- a los que estuve estrechamente ligado el tiempo que residí allí. Ha pasado ya mucho tiempo no obstante. Años y diluvios.Yyo  sigo en vida

Y si para algunos hay crímenes o hechos violentos imprescriptibles, está claro que yo doy todos los agravios y amenazas de los que me sentí blanco en Argentina entonces, por prescritos, y olvidados. Y ahora cuando veo puestos todavía en la picota –casi cuarenta años transcurridos- toda una generación de vencidos de entonces entre lo que sin duda se encontraron algunos de mis enemigos, o de los que de una manera u otra me fueron entonces hostiles, se me ocurre pensar que ya está bien, que tan grande no fue su pecado. Ese orgullo nacionalista (criollo), en particular, que respiraban como de prestado muchos argentinos de origen emigrante (europeo) que fueron sin duda -se me antoja- los que mas traté durante mi estancia allí.

¿Se equivocaban de país, todos aquellos descendientes de emigrantes de sensibilidad nacionalista, que venían a hacer suya (de prestado) toda una leyenda anti-española , a saber el cuento de buenos y malos de la emancipación americana en su versión (nacionalista) mas dulcificada si cabe, es cierto, más digerible me refiero a oídos y sensibilidades europeas (españolas o no españolas)? Así lo pensé y sigo pensándolo (en parte)

No es menos obvio como sea, que la historia no da marcha atrás, y que la trayectoria de la Argentina independiente se prosiguió entre tormentas y bonanzas como un continuo más o menos uniforme durante mas de un siglo y medio. Ni siquiera le experiencia peronista ni la guerra civil (breve) que selló la caída del régimen justicialista marcó una ruptura irreversible como lo probarían los acontecimientos dos décadas mas tarde tras la vuelta de Perón a la Argentina al final de su exilio español.

Y ese continuo de la historia argentina acabó alcanzo no obstante un punto de ruptura irreversible. Y fue con la guerra de las Malvinas. Una derrota bélica (mayor) que venia a sellar el fracaso histórico -clamoroso, polvoriento- de la Argentina independiente, en la singladura de más de un siglo que sería la suya tas la ruptura con España. Aquí ya comenté una de mis lecturas recientes -de una obra bajo el prisma de os vencedores- sobre aquel conflicto bélico mayor anglo/argentino en el Atlántico Sur.

Ya había yo intuido algo de antiguo, pero la lectura de ese trabajo denso y documentado -pese a su partidismo- me confirmo en la impresión que yo arrastraba de antiguo, sin duda fruto de una visión a distancia de aquellos acontecimientos, como lo es la mía. Y era que los argentinos fueron víctimas no de “una puñalada por la espalda” -conforme a una formula inmarcesible en el recuerdo de cuando la primera guerra mundial- sino de un golpe bajo, el que le infligió la rendición de la clase de tropa, los “cabecitas negras” para entendernos de la propaganda peronista (y nacionalista) tal y como lo ilustraría el que izaron bandera blanca en masa al acercarse las tropas británicas a la capital de las islas, Port Stanley, léase Puerto Argentino.

¿Una visión clasista -y étnica o etnicista la mía? Que se piense lo que se quiera. Es un hecho incontrovertible como sea que a nivel de los mandos -en particular en la Aviación y en la Marina- el ejército argentino se comportó heroicamente y dando muestras de una innegable preparación y maestría del arte de la guerra y del mas alto nivel en el plano de la tecnología militar más avanzada.

Y esa es la imagen que dieron -en particular sus aviadores- entre muchos de este lado del Atlántico. En la opinión publica de lengua francesa por ejemplo. Y por supuesto, entre españoles. Militares con galones -jefes oficiales y suboficiales incluso- versus una tropa que tras rendirse a los ingleses se convertirían en los principales beneficiarios políticos de la derrota.

Y víctimas lo fueron efectivamente aquellos de un grandioso malentendido histórico, ni más ni menos el que vino a presidir la Revolución de mayo y la emancipación -léase la ruptura con España- en nombre de la doctrina de la soberanía. Un soberanía nacional -de signo mestizo, criollo (y anti-española en el fondo)- que cumplió (y agotó) su ciclo histórico tras la derrota ante los ingleses.

Y un botón de muestra patético en extremo de aquella ruptura histórica irreversible lo son esos hijos de los vencidos de entonces -militares con galones en su mensa mayoría- que reniegan de sus padres. Y el veneno culpabilizador que les mueve a obrar, y a sentir y a expresarse así se ve plasmado en ese deseo (insensato de mover a los suyos a arrepentimiento, antes de ye se mueran (e incluso después de muertos) To be or not ot be La historia es la que fue. Y lo mismo que la guerra civil no admite re-escrituras, tampoco la admite la guerra contra el terrorismo en Argentina, que ganaron los militares, aunque perdieron a seguir en las Malvinas, como perdió España (mutatis mutandis) al final de la Segunda Guerra Mundial en el 45.

Y los hijos culpabilizadores -y renegados- se quejan ahora de que el pacto del silencio (sic) resistió, léase, que los vencidos no reconocieron nucna (hasta hoy) derrota alguna. Ni en la guerra/sucia, ni en las Malvinas. Lo que les redime  ante la historia. Y por supuesto a los ojos del autor de estas líneas

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