sábado, julio 08, 2017

SUEÑO BORBÓNICO A PRUEBA EN CATALUÑA

Armiños al viento del nacionalismo bretón -”la Blanche Hermine”- del periodo de entreguerras (1935) Los nacionalismos de tipo céltico -gaélico o britano- son asunto muy diferente de los nacionalismos peninsulares (de nuestras culpas y pecados) Los catalanistas se dicen herederos de los francos carolingios, y los galleguistas, de los suevos. Los irlandeses, galeses y bretones se identifican en cambio con los celtas primitivos, más antiguos que los francos -o los suevos- en ciertas zonas del continente europeo. Y tal vez por eso no arrastren el sello guerracivilista del galleguismo o del catalanismo. Y tal vez por eso se entendieran mejor con nacionalistas de Estado, como ocurrió con nacionalistas bretones y nacionalistas franceses durante la Segunda Guerra Mundial. En nombre de una tradición de antiguo régimen. De la antigua monarquía francesa, que forjaba la unidad por la cabeza (sic) y no por las instituciones. ¿Sueño del monarca actual en Cataluña? ¿Será pujante y fuerte lo bastante para conjurar la vuelta (otra vez) de la amenaza separatista?
La causa catalanista sufre un bajón en la prensa de lengua francesa de lo más visible ¿La prueba? El articulo que dedica en su edición de ayer el diario francés “Liberation” -de izquierdas, de los tiempos del mayo francés del 68- al cantautor catalanista Luis Llach, icono de la nueva/canción(catalana) de aquellos años ye fueron los de mi paso por la universidad, y autor de una canción/fetiche -La Estaca- que sigue poniendo en trance a algunos cincuenta año (casi) después. Entre ellos alguno de los principales líderes de Podemos. Mas acíbar que miel desde luego en el articulo que le dedica el periódico francés, tan emblemático de la izquierda y de todo lo que con ella se relaciona.

Y es por culpa de las declaraciones recientes del cantautor separatista en las que venía a amenazar con pedir cuentas y pasar factura a los funcionarios destinados en Cataluña en caso de que triunfe “su” referéndum secesionista. “De cantante amenazado a diputado amenazante” así titula su articulo “Liberation”¿ Amenazados Luis Llach y los suyos entonces? Sin duda que lo eran -relativamente y con no pocos paños calientes- dentro de la Península pero desde que ponían el pie por cima de los Pirineos todo era lisonjas y estrellato y publicidad gratis en la calle y en los medios.

Amenazado en cambio si que se sintio el autor de este blog aquellos años que fueron mi años universitarios a raíz sobre todo del mitín/recital de Raimon, correligionario del cantante mencionado, que marcó un punto critico en la evolución de las mentalidades -y de los humores y de los estados de animo- en la Universitaria madrileña precisamente por aquellos años, y bajo el signo de la nueva/canción catalana precisamente. No me gustó nunca -salvo excepciones- ese genero o subgénero lo que fuera.

También es cierto que los gustos son libres, pero tampoco creo -apuesto lo que sea- que gustase a una mayoría de mis compañeros universitarios de entonces, aunque solo fuera porque a defecto de poder entenderse bien el mensaje de aquellos tostones protestatarios y reivindicativos no se mostraban muy sugestivos de entrada a los oidos de aquellos universitarios madrileños o al menos castellano/parlante.

Y el caso de este cantautor separatista me trae a la mente -por la vía de los contrastes y antimonias-ial poeta británico que ya aquí evoqué en alguna de mis ultimas entradas, Dylan Thomas. De ascendencia galesa por parte de padre y madre y que guardó siempre un fuerte apego a su tierra natal y un aplego y un fidelidad no menores a la lengua inglesa, que heredó sin duda de su progenitor profesor de inglés en un colegio de Swansea, la localidad galesa donde transcurrió la infancia y la juventud primera del poeta y a donde volvió -como las viejas ballenas- para acabar su días (a los treinta y nueve años), junto con su mujer y sus hijos en sus últimos años de vida.

Y con la memoria del cual el nacionalismo galés contemporáneo mantiene una relación compleja de aprecio y de distanciamiento. Y ese conflicto de lealtades y de devociones y apegos íntimos y viscerales vendría a reproducirse en toda una serie de movimientos de tipo nacionalista de signo celta o céltico de los que me habré venido informando y documentando un poco por cuenta de mis lecturas de Dylan Thomas en los últimos días.

Y me habrá llamado especialmente la atención el caso de Olier Mordrel, padre fundador del nacionalismo bretón contemporáneo (ver foto), que en los últimos días de la Segunda Guerra Mundial sello un pacto cargado de simbolismo y de significado -por utópico e irrealista que pareciera- con Jacques Doriot, la otra gran figura de “la Collaboration”, exponente de un nacionalismo francés que soportaba la veleidades separatistas del signo que fuera.

Y sin embargo, llegaron un acuerdo. En nombre de la vieja tradición -de antiguo régimen- de la monarquía francesa y de su sistema complejo de lealtades y de alianzas que pasaban no por las instituciones (sic) sino por la cabeza. ¿El mismo sueño que persigue el actual monarca en Cataluña? Todo lleva a pensarlo.

¿Sabrá sortear o lidiar el desafío -de órdago a la grande- que le están lanzando de nuevo como hace dos años? ¿Sabrá salir del paso él y a sus ancas, el gobierno de la Nación? Queremos creerlo y así lo esperamos (para ser sinceros)

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